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cubierta de víbora

Se está rifando una mudanza.


La oveja se cansa de la piel de lobo,

la oruga de su mariposa,

y yo de mi.


Lo más pequeño exige tregua

que si una célula agotada

o un reptil natatorio

flotando en líquido y en aire.


Todo pesa.


Todo cambia.


Cualquier cubierta.


Se está rifando una mudanza

a otra esfera más pulida,

menos víbora,

aunque de vientres con tierra

seguiremos sabiendo tanto...


no es lo mismo ser ofidio en la vara de asclepio

que ser lo mismo en la copa de higia


no es lo mismo tener vagina

que ser lo mismo y tener coño


pero todas mudamos de piel

y todas reptamos en casa.

identidad zodiacal








Naci aries pero hoy me siento piscis



asi que soborno a la libra del fondo del armario



para que siga quieta bajo bragas y sostenes



para que no despierte al escorpio de fuego



tan leo y soberbio



que me ronda como sagitario con sus flechas






Naci aries pero hoy soy pura virgo



enamorada de un capricornio



de esos que no dejan en paz al corazon,



de esos que juegan a ser cancer en la mama lactea



que aprietan los pechos como cantaros de acuario



nutriendo el mundo.






Naci aries pero hoy geminis me ahoga



me dice que si y que no al tiempo,



enhebra mi cabeza como hilo por aguja



repleto de la mejor intencion unilateral:



suturar las heridas de un tauro agonizante






pero geminis no es cirujano



y tauro esta ya bien muerto






Malditas banderillas de lidia



banderillas sobre barra de bar.



Banderas todas rotas.



Banderas en remiendo.

que te como



Somos carne fresca
todavía sangrando.
Te desplumo en la cama
con maestría carnal
que me hace ser víscera en tu víscera,
caninos en el muslo.

Crujes. Huesos musculares.
Crujes como la astilla redimiéndose ante el fuego.

Mi fósforo crepita
hasta el asta de tu aroma,

que todo huele a vientre abierto,
a masacre labial
cuando me rajas,
machete en mano,
con ansiedad famélica de hombre

atrae, pero no enamora




Estoy hecha para enamorarme de ti
y de todos tus amigos.


Soy la bombilla que se desconecta
al más leve movimiento
o al momento de luz en que me mires
y un envase al vacío
ocupa el ritmo cardíaco
de mis pajaritas carnales


Hago papiroflexia con la vida


Te ato en amarillo con el amarillo de la cera
de cera de abeja reina
que me insufla aliento en el busto
toda yo flotando
como vitrina en cien museos.


“Se traspasa”, rezan mis glúteos.


Soy exposición itinerante,
maniquí de cartelera,
modelo sin caché
o probador de mercadillo.


Estoy hecha para enamorarme de ti
y de todos tus amigos.
Estoy hecha de dientes.

...as time goes by...




Nunca entendí de relojes. Ni de contar hacia adelante o hacia atrás las horas muertas. Las horas vivas no, esas se viven y punto. Nunca comprendí el intrincado laberinto de las manecillas, las ruedas esas dentadas que evocan en mí una inusitada emoción, el brillo consciente de que todo encaja, de que somos una simple prueba para que el resto pueda, a su vez, ponerse a prueba y ser eficaz.
Ser completa.
Desde hace un tiempo hablo en femenino. El tiempo también es femenino. Las caderas son femeninas y los michelines también lo son. Son fértiles como el tiempo caminando hacia adelante o hacia atrás. Son de mujer sin reloj en la muñeca, sólo en el móvil. Sin prisa mas que en la tierra, fecundando más lenta que el cemento. Esa frecuencia que tirita y tirita, apósito sin herida, hasta el palpitar del lamento.
Los relojes digitales también son estériles. Siempre tuve que poner el despertador cinco minutos antes de levantarme para poder disfrutar de mi piel bajo las sábanas. Tocarme las tetas en soledad, como a ellas les gusta. Los relojes digitales saben de esas cosas. No son como los hombres, rígidos e impacientes. Los relojes digitales saben despertar a una mujer: primero con caricias repetitivas en la oreja, después, sólo tienes que levantarte del colchón para estrellarlos, "¡bum!" contra la almohada.
 

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